En sus primeras versiones, los relés eran dispositivos mecánicos que utilizaban componentes físicos, como contactos y bobinas, para realizar la conmutación de circuitos. Estos relés mecánicos, aunque efectivos, eran propensos al desgaste y a los fallos debido a la fricción y las tensiones físicas que experimentaban. Sin embargo, con el tiempo, surgieron nuevas tecnologías que permitieron superar estos problemas.

    Mejora en la durabilidad y fiabilidad

    Una de las principales mejoras que se han logrado en los relés es el aumento de su durabilidad y fiabilidad. Los relés modernos suelen estar fabricados con materiales más resistentes al desgaste y a las altas temperaturas. Esto ha permitido que los relés tengan una vida útil mucho más larga, reduciendo así la necesidad de mantenimiento y sustitución. Los avances en la tecnología de semiconductores también han contribuido a hacer los relés más resistentes a las sobrecargas y a las fluctuaciones de tensión, lo que mejora su rendimiento en condiciones extremas.