Los relés electromagnéticos son los más comunes y ampliamente utilizados. Funcionan mediante un electroimán que, cuando se activa, atrae una lengüeta metálica que cierra un circuito. Este tipo de relé es económico, fácil de usar y versátil en aplicaciones de baja potencia. Sin embargo, su principal desventaja es la limitación en la velocidad de conmutación debido a la mecánica involucrada, lo que puede generar un desgaste con el tiempo.

    Relés de estado sólido

    A diferencia de los relés electromagnéticos, los relés de estado sólido no tienen partes móviles. Funcionan utilizando componentes semiconductores como diodos, transistores y tiristores para controlar el paso de la corriente eléctrica. Este tipo de relé es altamente eficiente y tiene una vida útil mucho más larga, ya que no sufre desgaste mecánico. Además, tienen tiempos de conmutación mucho más rápidos, lo que los hace ideales para aplicaciones que requieren alta velocidad y precisión. Sin embargo, suelen ser más caros y, en algunos casos, su capacidad de corriente puede ser limitada en comparación con los relés electromagnéticos.